
¿Quiénes somos?
Nuestro centro, el Colegio Marquesa de Viluma está situado en el Valle de Aras, concretamente en el municipio de Voto. Se trata de un municipio de unos 2.700 habitantes distribuidos en 12 localidades, lo que lo convierte en uno de los más grandes de Cantabria si nos referimos a extensión, pero, por el contrario, con la población bastante dispersa, pudiendo decir que el alumnado del centro procede de todas y cada una de estas localidades.
El colegio está ubicado en un antiguo palacio de casi 100 años de antigüedad, que en el año 1978 se convirtió en la sede de lo que hoy es el centro, después de la concentración escolar que tuvo lugar en muchos municipios rurales y dispersos de Cantabria y del resto de España. Cuenta también con un pabellón con más de 40 años en muy mal estado, y un comedor escolar anexo al Palacio que se construyó bajo estándares de calidad mediocres que hace que hoy presente unos problemas de humedad importantes y difíciles de solucionar.
El colegio se encuentra rodeado de un muro de piedra perimetral originario del Palacio, de más de 3 metros de altura que envuelve todo el recinto escolar. Como aspecto positivo queremos destacar ese recinto escolar con amplia zona verde, digno de envidiar por otros colegios.
Hoy, las aulas están alojadas en este antiguo y maltrecho palacio, además de otras dependencias como son la biblioteca, el aula de informática, la sala de profesores y el despacho del equipo directivo.
El centro cuenta con las dos etapas de Infantil y Primaria a razón de una unidad por curso. En Infantil contamos con aula 2 años dentro del primer ciclo, y de 3, 4 y 5 años en lo que es el segundo ciclo de esta etapa. En Primaria contamos con 7 unidades, ya que uno de los cursos se encuentra desdoblado.
De los 170 alumnos, solo 20 asisten andando o son traídos por sus familias debido a la cercanía de sus hogares al centro. El resto asisten haciendo uso del servicio de transporte escolar, que se compone de 6 rutas que discurren por las 12 localidades que forman este municipio.
En cuanto al servicio de comedor, lo presta una empresa de catering con sede en el propio municipio que elabora la comida cada día para este y otros colegios cercanos. Decir que unos 35 alumnos hacen uso del comedor escolar de manera diaria además de algún comensal esporádico que se suma todos los días.
Se trata de un centro rural donde su alumnado presenta características propias de este entorno, donde el colegio y todas las situaciones que aquí se dan, suponen el mayor momento diario de aprendizaje y socialización para muchos de los niños de este municipio.
Además, nos ha resultado muy significativo en estos dos últimos años, el hecho de que, siendo un centro de una línea con 11 unidades, sólo contemos con 170 alumnos, cuando sabemos, por datos censales del propio ayuntamiento, que en el municipio hay unos 240 menores con edades comprendidas entre los 2 y los 11-12 años. Es decir, que se trata en cualquier caso de alumnos todos ellos de Infantil y Primaria, de los cuales sólo 170 asisten a nuestro centro, por lo que tenemos una sangría de 66 alumnos que están matriculados en centros de municipios limítrofes con características más urbanas y sobre todo con mejores instalaciones y oferta educativa y de ocio en general. Podemos decir que el centro se encuentra obsoleto en cuanto a instalaciones se refiere.
Unas instalaciones realmente en mal estado, que tienen como base un antiguo palacio de principios del s.XX que sirvió, en el año 1.978, como lugar para llevar a cabo la concentración escolar de todo el municipio, que hasta aquel momento contaba con escuelas unitarias en cada uno de los 12 pueblos que lo componen.
Se trata de un centro y un municipio en general que no tiene una oferta extraescolar, de ocio y deportiva, fuera del horario lectivo, por lo que el alumnado no tiene esa oportunidad que otros municipios si ofrecen y, por tanto, son alumnos con desventajas en este sentido.
Como cualquier centro educativo, el Marquesa de Viluma también tiene su propia idiosincrasia, sus propias características, y también sus valores, su forma de entender la labor docente, y de establecer su relación con la comunidad educativa con especial énfasis en las familias.
Nuestro centro es un colegio pequeño, enclavado en un entorno rural, en el que podemos distinguir dos aspectos importantísimos y determinantes que forman parte de nuestra identidad y que desde luego queremos seguir apostando por ellos.
Desde luego que el centro y la comunidad en general apuesta por valores como el respeto mutuo, el diálogo ante el conflicto, la paz y la solidaridad con aquellas familias que más difícil lo están pasando, la confianza mutua, etc. Valores todos ellos imprescindibles y deseables para formar parte del carácter de los alumnos que acabarán siendo futuros ciudadanos adultos.
Ahora bien, todos estos valores que podrían serlo también de otros centros, no son los rasgos identificativos que más caracterizan a nuestro centro y que creemos que nos diferencia de otros. Los dos aspectos determinantes que identifican nuestro colegio tienen que ver con los siguientes:
El resultado nos aporta un centro comprometido con las familias, y unas familias que confían en el centro, en los servicios que presta y que valoran mucho la cercanía con la que se las trata. Esto hace del centro una institución que podemos decir que está impregnado de los valores propios de cualquier unidad familiar, donde familias, profesorado, equipo directivo, PAS, AMPA y Ayuntamiento mantienen una excelente relación y reconocen al colegio, a pesar de todas sus carencias, como el mejor y más rico punto de encuentro, de aprendizaje y de socialización de los niños y niñas del valle, tal y como anteriormente también lo fue para los que hoy ya son padres y madres de los actuales alumnos.
Desde un punto de vista de la convivencia, cabe recordar que encontramos en un entorno rural donde, como ya hemos comentado anteriormente, existe aún mucho respeto por la labor del maestro. Las familias, en general, no dudan de nuestra capacidad para impartir justicia con criterio y para resolver los conflictos entre el alumnado con nuestro buen hacer. Podemos decir que se trata, si hablamos de convivencia, de un centro tradicional. Sin embargo, observamos en los últimos años, cambios propios y similares a los que sufre la sociedad, que hacen que algunas familias se vayan involucrando cada vez menos en la educación de sus hijos y en ocasiones no encontremos su respaldo y apoyo para trabajar algún problema de convivencia. Hemos de decir, sin embargo, que estos casos son los menos.
En todo caso, entendemos las normas de convivencia bajo un prisma de prevención y corrección de actitudes y comportamientos perjudiciales para la convivencia, antes de que se conviertan en gravemente perjudiciales, teniendo claro que las medidas sancionadores graves o privativas del derecho a asistir al centro no son la solución cuando hablamos de alumnos de estas edades.
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